Tres. Madrid, 2014.
Qué idiota. Ya sé que existo. Es absurdo dudar algo así cuando la respuesta está impresa en la propia duda, cuando no existe una sin la otra. Aun así lo hacía, en parte por el cúmulo de medias verdades sin asumir que eran mi vida y en parte por las mentiras que yo misma dibujaba, empeñada en acercarme así a lo que hubiese querido que fuera. A ti te sabía parte de una de ellas, pero te sabía en lo más profundo del alma, justo detrás de la esquina que nadie se atreve a cruzar. Te veía hecho en trazos, de carbón, porque yo nunca supe más que dibujar. Inacabado, imperfecto y predecible como no podía ser de otra forma: habías nacido del temblor de mis propias manos.